El mundo hispanoparlante es una torre de Babel en la que navegamos entre frejoles, frijoles, habichuelas, porotos, caraotas…
Ricardo Ortega
Después de analizar la historia de España, su siempre exacerbada actualidad y los usos y costumbres de sus habitantes, la principal conclusión del estudioso puede ser bastante chusca: en España no hay Madrid-Barça, ni izquierda-derecha, e incluso se han enterrado hace tiempo las broncas entre fumadores y no fumadores.
Ríase usted de la disputa entre monárquicos y republicanos, porque la verdadera grieta que separa a los españoles, la brecha insalvable que a punto está de convertirnos en un Estado fallido, es la que separa a quienes dicen ‘alubia’ frente a quienes llaman ‘judía’ a esa legumbre sabrosa, rica en albúmina y proteínas que también se denomina frejol, habichuela, frijol, poroto, caraota o vaya usted a saber, en función de la parte del globo en la que haya crecido.
Porque el debate se produce cada vez que alguien llega a una comunidad nueva y se vuelve loco cuando se cruza el Atlántico. Y qué decir si vamos más allá de la lengua castellana y pisamos el terreno de nuestras lenguas hermanas, desde el feixón gallego o la faba (o fabe) asturiana hasta la indaba vasca o la mongeta catalana.
¿Por qué las legumbres han pasado de alimento de parias a manjar de dioses?
En Castilla y León, con todos los matices y salvedades, reina la alubia, aunque en León se sigue llamando frijoles a las alubias pintas o rojas. Esas que en La Rioja llaman caparrones. Y no confundir con los fréjoles de Asturias, que son en realidad alubias (o judías) verdes: lo que en el País Vasco llamarían vainas.
¿Qué tan si analizamos de dónde vienen alubia y judía, sin más vainas?
Pues la cosa está regular. Alubia procede del árabe ‘al-lubya’, y los árabes tomaron la palabra del griego, ‘lobion’, diminutivo de ‘lobos’, por el lóbulo de la oreja.
Pero en el caso de la judía se complica el debate, puesto que existen múltiples teorías. Nosotros nos agarramos a la más creíble: la que recuerda que la comunidad judía en Al-Ándalus consumía muchos vegetales porque sus integrantes no podían comer carne que no fuera kosher.
Los árabes empezaron a llamar “habas judías” a las legumbres que tomaban más habitualmente sus vecinos hebreos. Con el tiempo, esa “haba judía” se quedó simplemente en “judía”, y así nos ha llegado hasta hoy.
Lo importante a partir de este punto es, ante todo, ser capaz de entenderse… y de compartir mantel con personas que tienen una visión del mundo tan alejada de la nuestra como para decir frejol, habichuela, frijol, poroto, caraota o vaya usted a saber…
Canela, pinta, riñón o plancheta. ¿Cuál es tu Alubia de La Bañeza-León favorita?
