“Una persona aficionada al vino no puede dejar de oler la bodega en vendimia porque esos aromas son los que encontrará en el vino”. La frase es de Ignacio Arzuaga, de Bodegas Arzuaga Navarro, y representa el espíritu con el que concibe su apuesta por el enoturismo. Porque las visitas en plena vendimia se realizan sobre todo con afán divulgativo: generar cultura vinícola para que exista un público más formado, con capacidad para apreciar las elaboraciones de calidad.
Arzuaga recibe 35.000 visitas al año, con una actividad que se multiplica por tres en periodo de vendimia; se realiza una pequeña ruta que muestra la importancia del viñedo y el momento delicado de la recepción de la uva. El visitante puede, incluso, participar en la mesa de selección y, por supuesto, probar la uva con la que se va a hacer el vino.
También se le explica el proceso de elaboración, desde la prensa y la fermentación hasta la crianza en barrica y el embotellado. “Así ve que la ventaja de mimar cada fase del proceso es que se obtiene un vino de alta calidad; aprende a valorar lo costoso que es hacer un vino de calidad”. Porque Arzuaga emplea la tecnología, “pero para hacer un proceso artesanal”.
Las levaduras son de la propia uva o del propio vino y se trabaja por gravedad para mimar el producto. La denominada Mañana Temática incluye también una visita a la finca La Planta, donde se llega a tocar a los animales silvestres, como ciervos o jabalís.
Pero la visita se puede complicar cuanto queramos. Para eso la bodega se complementa con restaurante, hotel, spa…
