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Invierno, el momento de decidir qué viñedo queremos

La poda de invierno es una de las labores más importantes del cultivo, aunque generalmente no recibe la importancia que merece. Antes de iniciarla conviene pensar cómo se ha comportado el viñedo en cuanto a enfermedades, plagas, accidentes climáticos, vigor, rendimiento y calidad de la uva.

En invierno no solo se realiza la poda en seco. Es un tiempo para hacer otras muchas labores, y sobre todo para observar el viñedo, lo que nos dará las claves de la campaña siguiente. Tras un año vitícola, aún sin la pandemia de la Covid-19 resuelta, la casi nula pluviometría veraniega y unas temperaturas de las más altas que se recuerdan, llega el momento de pensar en la campaña siguiente, en la vendimia 2022.

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Tomás Jurío. Ingeniero agrónomo y enólogo

Antes de iniciar la poda de invierno conviene pensar en cómo se ha comportado el viñedo en cuanto a enfermedades, plagas, accidentes climáticos, vigor, rendimiento y calidad de la uva. Tanto las enfermedades como las plagas crean reservorios que permanecerán inactivos durante el invierno, bien en las cepas, en el suelo, en los restos vegetales dejados sobre el terreno o en la flora autóctona de la zona.

El vigor nos dará información sobre cómo debemos podar en relación a la carga, y también sobre si la nutrición de las cepas es correcta o por el contrario necesita de aportes nutricionales suplementarios. Un exceso de rendimiento provocará un peor agostamiento que deberemos tener en cuenta para nuestro plan de fertilización orgánica, mineral o incluso foliar si hemos tenido alguna carencia de microelementos.

El vigor nos dará información sobre cómo debemos podar en relación a la carga

Si la vendimia ha sido mecánica es muy posible que haya sarmientos rotos y haya provocado heridas; si además el viñedo ha sufrido ataques tardíos de Mildiu que muchas veces no se tienen en cuenta, siempre será conveniente realizar un tratamiento a base de cobre inmediatamente después de vendimiar.

Otra práctica recomendable post vendimia es el aporte de agua a nuestro viñedo si no llueve tras la vendimia, mejor mientras las cepas mantengan las hojas sin llegar al agostamiento total. Por todo ello, es el momento de bajarse del tractor para ponerse de nuevo las botas y recorrer nuestros viñedos antes de empezar la poda. Las labores invernales en el viñedo se podrían sintetizar en las siguientes:

Renovar brazos

Es muy común en viñedos en espaldera que se rompan pámpanos, que no broten pulgares o incluso que se rompan brazos o cepas. Para ello, si tenemos tiempo y antes de prepodar deberíamos recorrer las cepas para sacar un nuevo brazo o incluso una nueva cepa si tuviéramos un chupón que brota desde la base. De esta manera iremos manteniendo y equilibrando el potencial productivo de nuestra explotación.

Mantenimiento de la espadera

También es muy habitual, sobre todo en vendimias mecánicas, que se rompa algún poste, tenso, anclaje, o incluso alambres. Es el mejor momento para arreglarlo al estar la planta en reposo vegetativo.

La poda en seco
El principal objetivo de la poda de invierno es regular la ‘carga’ de las cepas, que no es otra cosa que intentar ajustar la futura producción de uva al vigor que en el momento de la poda podemos apreciar en la cepa. Indicadores de vigor fácilmente medibles son la longitud, el diámetro y el peso de cada sarmiento, así como el peso de la madera total de poda por cepa.

Si tenemos poco vigor iremos a una poda más corta, dejando menos yemas

Pesos de sarmiento entre 40 y 60 gramos, sobre todo en la variedad tempranillo, serían normales. Por debajo sería un escaso vigor y por encima un vigor excesivo.

El peso de madera total por cepa debería oscilar entre 350 y 850 gramos. Igual que en el caso anterior, peso por debajo o por encima indicaría vigor bajo o alto respectivamente. Si tenemos poco vigor deberemos hacer una poda más corta dejando menos yemas por cepa.

Si, por el contrario, el vigor es alto tendremos que realizar una poda más larga dejando más yemas por cepa; en ambos casos según la cepa -variedad, tipo de poda, etc.- habrá que ver si el reparto de las yemas se hace sobre los pulgares/varas o bien sobre chupones o brotes de madera vieja.

Habrá que mantener una distancia de unos quince centímetros de separación entre los pulgares dejados para permitir que la vegetación esté ventilada.

Con la poda daremos a la cepa la forma y conducción que queramos

El segundo objetivo de la poda sería darle a la cepa la forma y conducción que queramos.

El tercer objetivo sería que, al ser una planta vecera, si no la podáramos acabaría poco a poco debilitándose, perdiendo toda rentabilidad y finalmente acabaría muriendo.

Lamentablemente vemos en nuestra comunidad viñas muy viejas abandonadas, llenas de brotes desordenados que apenas tiene vigor y su recuperación, si no imposible, es complicada y costosa.

¿Cuándo y cómo hacer esa poda de invierno?

El momento óptimo es cuando la cepa está lo más aletargada posible que coincide con los meses centrales del invierno, si bien, podemos empezarla desde que han caído todas las hojas hasta antes del lloro, incluso podemos esperar a que hayan brotado las yemas más apicales con el fin de proteger la cepa frente a heladas primaverales, práctica esta que no es recomendable hacer todos los años, porque obtendremos el resultado contrario.

Debemos podar con tiempo seco y soleado, huyendo de los días nublados, así como antes o después de una lluvia y, por supuesto, no podar nunca con niebla. Al hacerlo en condiciones de humedad relativa alta y/o con los sarmientos mojados o húmedos estamos facilitando en gran medida la proliferación de hongos que afectarán a la madera y a la próxima campaña.

Los días con mucho viento tampoco son recomendables por el mero hecho que las esporas de los hongos se trasladan fácilmente, depositándose en los cortes efectuados.

Podar una cepa no es cortar sarmientos y trozos de madera que creemos muerta, hay que saber qué cortar, cómo cortar y por dónde cortar. Dejaremos pulgares que estén bien insertados por su base sobre la madera del año anterior, evitando dejar pulgares con síntomas de excoriosis, enfermedad que cada vez es más frecuente en nuestros viñedos y es la principal razón por la cual las máquinas rompen los pámpanos.

Los cortes deben hacerse dejando un tocón desde la última yema dejada, de una longitud de al menos el mismo diámetro del sarmiento; el fin de esta medida no es otro que proteger a la última yema, pues los primeros milímetros se necrosarán y de este modo no comprometeremos la viabilidad de la yema.

La poda debe realizarse en tiempo seco y soleado, huyendo de la niebla y la lluvia

La dirección del corte será con inclinación hacia el lado opuesto de la última yema dejada, e intentaremos que ese corte sea lo más perpendicular al suelo. Lo nietos de los pulgares dejados hay que cortarlos sin que queden yemas en ellos.

Otro factor a tener en cuenta es cortar siempre por el mismo lado del brazo o del pulgar para no interrumpir el flujo de sabia, lo que llamamos carrera de verdes y carrera de secos. De este factor va a depender en gran medida la vida de la cepa.

La poda debe ser siempre respetuosa, cortando lo menos posible y evitando cortes de gran sección. Existen en el mercado varios productos con los que podemos proteger los cortes de poda, desde biofungicidas a base de trichodermas, pasando por la asociación de fungicidas con polímeros sellantes, y hasta pastas sellantes neutras.

Dichos productos se pueden aplicar con brocha, mochilas manuales o incluso con atomizadores/nebulizadores.

En definitiva, la poda de invierno es una de las labores más importantes del cultivo y a la que generalmente no se da la importancia que merece, dejando que la hagan manos inexpertas, con herramientas en muchos casos mal afiladas, con un clima nada aconsejable y sin pensar por qué y para qué se está haciendo dicha labor.

Una buena poda de invierno nos dará la producción que buscamos, nos ayudará a una buena sanidad y lograremos cepas longevas. Y no olvidemos que no hay dos cepas iguales; el podador, en cada cepa, debería pensar antes de meter la tijera.

Fertilización

Una buena práctica es realizar enmiendas orgánicas invernales con el fin de que se vayan mineralizando para que los nutrientes estén a disposición de las cepas en el momento de la brotación. Dichas enmiendas pueden ser con estiércol o con preparados orgánicos a base de pellets de materia orgánica y ácidos húmicos y fúlvicos.

Preferiblemente estas incorporaciones deberán ser localizadas y en calles alternas. Además, con el aporte orgánico mejoraremos la estructura del suelo, dotándole de mayor capacidad para la retención de agua, y mejoraremos la capacidad de intercambio catiónico. Dicho de otro modo, con este abonado haremos que nuestro suelo sea más fértil de forma natural.

Las labores de suelo deben permitir que el suelo almacene el agua del invierno

Con el fin de que el suelo pueda almacenar el agua del invierno, es recomendable realizar labores como el subsolado y cultivadores profundos. Además, con el subsolado romperemos la capa de rodadura y ayudaremos a reactivar el nacimiento de nuevas raíces.

Planificar la estrategia de sanidad vegetal

Con la observación de la viña agostada podemos intuir la posible agresividad de ciertas enfermedades y plagas en la siguiente campaña, así como el nacimiento de malas hierbas.
Las enfermedades y plagas principales sobre las cuales podemos obtener información en invierno son el mildiu, oídio, excoriosis, araña roja y barrenillo.

El mildiu lo veremos en las hojas agostadas apreciándose manchas en forma de mosaico, donde se forman los huevos de invierno (oosporas) que es la forma de conservación del hongo. Si en la primavera siguiente se reúnen determinadas condiciones, dará lugar a las primeras contaminaciones.

Excoriosis y mildiu se pueden conservar en forma de micelio durante el invierno

El oídio se conserva como micelio bajo las escamas de las yemas en su forma asexuada (por tanto no lo veremos), pero también en su forma sexuada en unos órganos llamados peritecas ubicados en las hojas y en los sarmientos. Estas peritecas serán las responsables de las primeras contaminaciones al iniciarse la brotación, también junto con el micelio bajo las escamas de las yemas.

La excoriosis, que en muchos casos es la causante de tanta rotura de pámpanos al debilitar su inserción en el brazo, se conserva en forma de picnidios sobre los sarmientos.

Se puede apreciar mediante unas manchas blancuzcas con unos puntitos negros. Este hongo, al igual que el oídio, se puede conservar también en forma de micelio en las yemas y madera vieja, por lo que su ausencia visual no indica necesariamente que no tengamos el hongo.

La araña roja pasa el invierno en forma de huevos de color rojo alrededor de las yemas, también en la madera vieja y en la base de los pulgares. En los primeros estadios puede provocar con la eclosión de los huevos desecación de brotes y caídas de hojas.

En general, se reduce el crecimiento de los brotes. Por último, el barrenillo (Sinoxylon Sexdentatum) que pasa el invierno dentro de los sarmientos. Es una de las causas por las que ciertas yemas no llegan a brotar.

La incidencia de esta plaga se puede observar viendo las yemas no brotadas que poseen un agujero circular en su base, así como en restos de sarmientos. No confundir con Xilotrechus Arvícola, que pasa su estado larvario en troncos y brazos, y los orificios también circulares se encuentran en madera vieja, nunca en la base de los pulgares.

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