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Románico porticado, el refugio de una primitiva democracia

Admiramos su estampa de piedra estilizada. Pero, ¿conocemos en verdad la utilidad de las galerías porticadas cuando estas se construyeron?

Daniel González

Es uno de los elementos arquitectónicos favoritos para los apasionados del románico. Hablamos de las galerías porticadas o atrios adosados a uno o varios costados de las iglesias de una pequeña área geográfica del interior de España. Construcciones extraordinarias que son de las más ricas aportaciones del arte español al románico internacional. Pero más allá de su valor artístico, ¿cuál era su utilidad? ¿por qué solo se muestran en una zona concreta del país?

Cuando los españoles fueron más libres que el resto de los europeos

Para explicarlo, hay que viajar en el tiempo, a la Península Ibérica de los siglos XI al XIII, cuando toda la franja al sur del Duero y el Sistema Central se englobaban en la llamada ‘Extremadura cristiana’. Un territorio de gran importancia estratégica, pero de alta inestabilidad, expuesta a las continuas trifulcas entre dos culturas opuestas, los reinos cristianos y los musulmanes. Un contexto que dificultaba el asentamiento de población.

Iglesia de San Esteban Promártir de Pineda de la Sierra (Burgos)

Para solucionarlo los reyes de la época otorgaron unos fueros bastantes permisivos sin parangón en la Europa feudal, calificado por historiadores como pseudemocráticos. Y las galerías porticadas sirvieron a este fin, estableciéndose como lugares de reunión del pueblo para debatir los asuntos sociales, políticos o judiciales.

Uno de los expertos que mejor explica esta función, es Carlos R. Lafora en su libro ‘Los Caminos del Románico Porticado’, donde afirma que las galerías románicas fueron “fórmulas arquitectónicas para albergar el derecho a la libertad”. Algo que toma gran importancia, en contraste con una época en la que la sociedad europea era mayoritariamente feudal, y donde las libertades individuales eran transgredidas por las relaciones de vasallaje.

Iglesia de San Miguel, San Esteban de Gormaz (Soria)

Una galería que fue transformándose

Desde un punto de vista arquitectónico, la galería porticada es un espacio techado adyacente a uno o varios lados de la iglesia, formado por una serie de arquerías con columnas, normalmente pareadas, o pilares, que a su vez apoyan sobre un podium.

Su desarrollo y extensión a lo largo de los siglos fue mutando la galería prototipo castellana. Esta, generalmente, se adosa al muro meridional y presenta siete arcos de medio punto repartidos en dos grupos de tres y cuatro. Pero nos encontramos casos particulares por toda la geografía, como ocurre con la iglesia de San Miguel de Fuentidueña, cuya galería mira hacia al norte por razones topográficas, o el templo de San Martín de la capital segoviana que, salvo la cabecera, está completamente rodeado por galerías.

Ermita de Santa María de Tiermes (Soria)

El primer templo que adquirió esta novedosa arquitectura fue la iglesia de San Miguel de San Esteban de Gormaz, construida a finales del siglo XI, seguido, años más tarde, por El Salvador en Sepúlveda. Y así, a medida que los reinos cristianos fueron avanzando en la reconquista y necesitando de población para asegurar territorio, se fueron construyendo más templos con galerías adosadas, llegando a contabilizarse más de media centena solo en Castilla y León. La mayor concentración está en la provincia de Soria y Segovia, aunque se extendió a otros focos como Guadalajara, la Sierra de la Demanda, Arévalo o La Rioja.

Por desgracia, en sus 800 años de historia, ha sido inevitable que muchos no hayan llegado íntegros hasta nuestros días, debido a reformas en los templos que tapiaban o emparedaban las arquerías en los nuevos muros.

Iglesia de San Miguel Arcángel de Fuentidueña

Una arquitectura multifunción

Con el románico porticado todo adquiere un sentido. Por ejemplo, la razón por las que la prácticamente todas las galerías miran al sur, no era más que para reducir los efectos de los rigurosos inviernos de este territorio. O la cuidada escultura de los capitales de las columnas que ahora tanto nos maravilla, y que tenía una función catequista y doctrinal para un pueblo medieval analfabeto. Asimismo, también fueron aprovechados como cementerio, lugar de refugio, o como zona de juegos para los más jóvenes.

  • La foto de portada es la galería porticada de la iglesia de San Pedro de Caracena (Soria)
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