En la Montaña Central leonesa, resguardada por bosques de robles y avellanos, la cueva de Valporquero deja atónito al visitante gracias a los caprichos de sus formas calizas. El conjunto de pasillos y salas ha recibido tres millones de visitantes en su medio siglo como reclamo turístico
El deslumbrante entorno de la Cordillera Cantábrica dibuja en Valporquero verdes valles y desfiladeros surcados por ríos de aguas cristalinas. Una de las localidades que salpican este paisaje es Valporquero de Torío, en cuyo subsuelo discurre uno de los principales recursos turísticos de Castilla y León. Es la Cueva de Valporquero, abierta al público por la Diputación de León hace medio siglo y que ya ha sido visitada por más de tres millones de personas.
El itinerario que se ha visitado durante estos años es de 1.300 metros y recorre seis salas en las que se suceden diversidad de formaciones geológicas, formadas por el capricho del agua y la roca caliza. El nivel superior de la cueva se encuentra habilitado para el turismo, con un camino que incluye puentes y escaleras. En un nivel inferior discurre una corriente subterránea solo accesible para espeleólogos.
La sala de las Pequeñas Maravillas es el primero de los espacios visitables. El itinerario la rodea mediante empinadas escaleras, desde donde pueden contemplarse formaciones rocosas singulares, que han recibido múltiples nombres por los turistas en función de sus parecidos. Las Gemelas, la Torre de Pisa, el Baño de Diana, la Virgen con niño…
Nuestro recorrido llega después a la Gran Rotonda, la mayor de las salas visitables, al contar con 5.600 metros cuadrados y veinte metros de altura. Presenta forma circular y se encuentra atravesada por el cauce del río si la visita coincide con la época de lluvias.
El acceso a la tercera sala, la de las Hadas, se realiza mediante un camino que discurre paralelo al río hasta un pequeño mirador. Este se asoma a una sima que recoge las aguas del río, con una caída de quince metros. De nuevo, las cascadas presentes durante época de lluvias desaparecen en la época veraniega.
Cementerio de estalactitas
La ruta discurre a continuación a través de un suelo cubierto de estalagmitas. Sobre él hallaremos, a su vez, un techo repleto de estalactitas. Estamos en el espacio bautizado popularmente como el Cementerio estalactítico, conocido así por el aspecto lúgubre de estas formaciones rocosas.
A medida que avanza el camino la sala, de paredes calizas, se estrecha hasta llevarnos hasta la Gran Vía, que es en realidad de escasa anchura (apenas ocho metros). De entre todas las formaciones de este espacio destaca la Columna solitaria, situada casi en el centro de la sala. Se trata de un bloque calizo que, a modo de columna, asciende hasta perderse entre cientos de estalactitas. Al final de este espacio el terreno se hunde en busca de las galerías inferiores, donde alcanzará el curso del río.
La sala Maravillas es la más completa de las seis visitables, al ser la que más formaciones geológicas posee. También la que ofrece al visitante imágenes más sorprendentes. En esta sala se encuentran formaciones inéditas en el resto de la cueva, con formas excéntricas, macarrones… Todo ello presidido por un pequeño lago subterráneo: el Lago de las Maravillas.
Valporquero insólito
Con motivo de la celebración de su medio siglo como recurso turístico, la Diputación de León ha diseñado la propuesta Valporquero insólito, una visita para grupos reducidos que incluye la parte alta de la sala de Pequeñas Maravillas, la galería de acceso al Curso de Aguas, la zona baja de la sala de Maravillas, el lago y el final de la cueva.
La primera parte del recorrido se realiza a oscuras (la instalación facilita frontales individuales y funda protectora para la ropa) y la vuelta, con la iluminación de camino y las luces propias de las salas. La duración de este recorrido es de dos horas y media, aunque se puede prolongar hasta las tres horas.
