El castillo de Peñafiel alberga el Museo Provincial del Vino, uno de los centros interpretativos más visitados de Castilla y León. Su forma de barco le da un carácter imponente y le permite navegar por una provincia como la de Valladolid, en la que 105 municipios cuentan con viñedo amparado por alguna de las cinco denominaciones de origen presentes en el territorio
Ricardo Ortega
La provincia de Valladolid está de moda para los amantes del vino. No puede ser de otro modo si tenemos en cuenta que las bodegas y sectores vinculados a ellas, como el enoturismo, siguen ganando adeptos incluso en tiempos difíciles. Esta tierra derrocha espacio y luz gracias a su orografía plana, que parece cuestionar la redondez de la tierra, pero -y esto va en contra de los tópicos- la planicie no se traduce en monotonía: Valladolid cobija cinco denominaciones de origen, que suponen otras tantas formas de entender el mundo. Que se lo digan, si no, a los vecinos de los 105 municipios que disponen de viñedo amparado por una de estas figuras de calidad.
El interés del público ha evolucionado en las últimas décadas hacia el vino de calidad, lo que ha situado a la provincia en el centro de atención de consumidores y de turistas. A los muy reconocidos tintos de la Ribera del Duero y Toro la provincia suma el ‘clarete’ de Cigales, para muchos el mejor rosado del mundo; el blanco de Rueda, protagonizado por la variedad verdejo, y la fuerte personalidad de la prieto picudo, reina de la Denominación de Origen Tierra de León. Incluso la capital provincial cuenta con parte de su suelo amparado por la DO Cigales.
Uno de los ejes turísticos de la provincia reside precisamente en el vino y la viticultura, y se vertebra desde el castillo de Peñafiel, edificio emblemático que acoge el Museo Provincial del Vino.
Estamos ante la dotación interpretativa más visitada de la provincia y una de las que concita mayor interés en Castilla y León. Promovido por la Diputación de Valladolid en 1999, el centro ha renovado recientemente su propuesta museística para acercar a todo tipo de público la cultura del vino y sus implicaciones económicas, medioambientales y antropológicas.
La nueva disposición de sus contenidos ha contado con el respaldo de profesionales de prestigio en el mundo del vino, además de etnógrafos, museógrafos e ingenieros. La información se muestra a través de ilustraciones y fotografías, junto a elementos visuales, palpables, que aprovechan la interactividad de las nuevas tecnologías. Una información capaz de ser captada y disfrutada a través del raciocinio y las sensaciones, complementada con la exposición de un valioso material, como utensilios, utillaje, colecciones, o réplicas.
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En el discurso museístico se ha dado prioridad al orden secuencial de la vida del vino, mostrando siempre lo tradicional junto a lo moderno y actual. Así, se describe el concepto de ‘terroir’, con un suelo y un clima determinados donde la mano del hombre toma decisiones respecto a métodos de plantación, injertos, forma de conducción y selección, tanto de variedades como de vides.
También se dedica un capítulo a la elaboración del vino, donde tras la vendimia y unido a la mano del enólogo comienzan las etapas de vinificación de cada tipo de vino: tinto, rosado, clarete, blanco y espumoso, que denotan la maestría de quien las lleva a cabo.
Del mismo modo, aparecen reflejados métodos tradicionales de elaboración que hoy siguen vigentes y nos recuerdan lo auténtico, acompañados de oficios relacionados mostrados a partir de animatrónicas en personas de tamaño real. La descripción del proceso finaliza con los sistemas de envejecimiento, que aportan al vino sus grandes cualidades.
Encapsulado y etiquetado
En la siguiente área se viste al vino con su traje, sombrero y etiqueta, de modo que se muestra el embotellado, taponado, encapsulado y etiquetado moderno y tradicional, maquinaria de hoy y ayer, completado con botellas, tapones, cápsulas y etiquetas en versión moderna y clásica. Están presentes colecciones valiosas y únicas cedidas por marcas reconocidas de Castilla y León.
Una vez que tenemos el vino en su botella, el visitante puede mejorar el disfrute de las elaboraciones gracias a los consejos ofrecidos en las diferentes catas realizadas por los sumilleres de las propias denominaciones. El capítulo sobre los aromas del vino ofrece un respiro al visitante, que puede percibir los diferentes aromas del vino de modo interactivo a través de un sistema exclusivamente diseñado para ello.
Por su parte, el capítulo dedicado a la geografía del vino nos desplaza a todas las DO de Castilla y León y de España, además de informarnos sobre las diferentes rutas y museos del vino existentes.
Atrae al visitante el apartado titulado ‘Qué curioso’, un espacio dedicado a las curiosidades y un diccionario del mundo del vino en el que resulta divertido preguntarnos de forma interactiva sobre determinados aspectos o significados.
Nos acercamos al final, pero no puede faltar el recuerdo a los Alcaides de Honor del Museo Provincial del Vino, con un espacio que les rinde emotivo homenaje por haber venido formando parte año tras año de la actividad del museo. el espacio, por cierto, está abierto para los Alcaides venideros.
Se cierra la visita con una explosión de sensaciones en un área donde el visitante vivirá dentro de una cúpula con tecnología ‘fulldome’ la experiencia más increíble del museo. Llegará a sentirse vino y recorrerá las sensaciones de su evolución hasta llegar a la copa.
