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Historia viva del Cerrato

Tintos carnosos y un rosado cristalino que sorprende por sus matices son el fruto de un viñedo casi centenario y de una bodega excavada a los pies del castillo. Es el legado de Remigio de Salas, que su hija Amada y su mujer, Pilar Ortega, llevan hoy con éxito a los mercados exteriores

Texto y fotografía: Ricardo Ortega

El éxito es un fantasma que se esconde y se entrega, caprichoso, a muy pocos. Pero siente predilección por los valientes. Es el caso de las dos mujeres que sustentan con su esfuerzo la bodega más septentrional (y la única palentina) de la Denominación de Origen Cigales. Amada de Salas y su madre, Pilar Ortega, mantienen viva la llama de los tintos carnosos, con estructura, y de los rosados multivarietales llenos de matices.

La bodega Remigio de Salas Jalón es en realidad una cueva excavada a los pies del castillo de Dueñas, cuya piedra desapareció para construir el Canal de Castilla. Este curso de agua cruza el municipio palentino, el único de la denominación de origen, igual que lo hacen los dos grandes ríos palentinos: el Pisuerga y el Carrión, que juntan sus aguas muy cerca del casco urbano.

No nos encontramos en un lugar cualquiera. Estamos en el Cerrato, cuyo suelo pobre, grisáceo, con abundante cascajo, resulta también equilibrado, extraordinariamente apto para el viñedo. Es un suelo blando, en el que tradicionalmente se excavaron las bodegas donde el vino se elabora y evoluciona lentamente, a su temperatura natural. “Este tipo de bodega es tan importante para la elaboración como el viñedo”, defiende Amada.

Amada de Salas

¿Clarete o rosado?

Los orígenes de la bodega se hunden en la historia. Los de los lagares de Dueñas, tanto como hasta el tiempo de los romanos, quienes introdujeron el cultivo en la península. Estamos en una de las comarcas vitivinícolas más antiguas de España, que siempre generó una intensa actividad comercial en torno al vino. Nunca tinto. Siempre clarete… ¿O rosado?

El debate terminológico, que es en realidad una cuestión técnica, se aborda en la visita a la bodega y despierta tanto interés como los pasillos excavados en el cerro, las grandes barricas de madera de castaño o el inmenso lagar, en el que se prensaba la uva. Y es que Amada y Pilar advierten de que el vino elaborado tradicionalmente en Dueñas era estrictamente rosado, puesto que la uva se prensaba y el mosto fermentaba, a diferencia de otros puntos de la comarca, en ausencia de hollejos. “Ese es el aspecto fundamental para decir que estamos ante un rosado, más allá de que mezclemos variedades blancas y tintas”, defienden.

La visita a la bodega transmite sensaciones, cultura de vino, autenticidad, “que agradece el visitante acostumbrado a otro tipo de instalaciones”, como subraya la responsable de la bodega, actual vicepresidenta de la Ruta del Vino de Cigales. Y es que esta bodega cerrateña es pionera en enoturismo. De hecho, siempre se ha visitado y siempre ha sido un importante punto de venta.

Para Amada “ambas cosas van unidas, porque el vino se disfruta cuando transmite algo; no es lo mismo comprarlo en una gran superficie que en la propia bodega, después de haber visto cómo se elabora”.

El equipo de ARGI ha recorrido la bodega acompañado de su colaborador Julio Valles, presidente de la Academia Castellana y Leonesa de Gastronomía y Alimentación. Como el visitante, ha conocido la cueva excavada y ha catado sus vinos, comenzando por el rosado Las Luceras, una joya elaborada a partir de dos variedades tintas (garnacha y tempranillo) y dos blancas (verdejo y albillo).

Sorprende que sea casi cristalino y que no guarde relación con las expectativas que despierta al verlo en copa; parece ligero, pero ofrece una complejidad importante. El de 2014 resulta agradablemente floral, aunque otros años predominan las frutas rojas. Con algo de carbónico y sin acidez excesiva. Al tomar temperatura emergen las propiedades de la verdejo, tanto en nariz como en boca.

Bodega Remigio SalasEl bodeguero que resistió a los cantos de sirena

No es exagerado afirmar que Dueñas habría desaparecido del mapa vitivinícola sin la figura providencial de Remigio de Salas, el bodeguero que se empecinó en mantener la tradición familiar del viñedo a pesar de que hace medio siglo lo ‘moderno’ era arrancar las cepas y dedicar la tierra a cultivos que daban más dinero.

Remigio, fallecido en 2011, se formó como maestro bodeguero en La Rioja y apostó por la viña familiar, con un concepto de calidad adelantado a su tiempo. También se reveló como un visionario cuando propuso introducir los vinos tintos en el primer reglamento de la DO Cigales, aunque su propuesta no encontró apoyo. La realidad le dio la razón, como tantas veces sucede con quienes resisten los cantos de sirena, con quienes se rebelan ante la tiranía de las modas.

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