La cata celebrada en el Ramiro’s Taller de Cocina congrega a seis perfiles vinculados al vino. Una enóloga, un sumiller, un cocinero, un gastrónomo, un periodista y un consumidor muestran sus sensaciones con un lenguaje riguroso, pero alejado de los tecnicismos
Los medios de comunicación de todo el mundo analizan desde hace años la caída en el consumo del vino, un fenómeno que cuenta con razones coyunturales (las económicas) pero también culturales. El sector ha descubierto alarmado que los jóvenes de menos de treinta años apenas consumen este alimento que también es ocio y es cultura, y ha reaccionado tratando de reformular el mensaje y de evitar malentendidos: el vino no es exclusivamente masculino, ni es un producto elitista ni dirigido en exclusiva a los entendidos, por lo que se impone establecer nuevos mecanismos de comunicación entre el productor y el cliente final, que es el consumidor.
La revista ARGI inicia en este número su pequeña aportación, su grano de arena en forma de una cata dirigida al común de los mortales en la que diferentes perfiles exprensan sus sensaciones ante cinco vinos que bien podrían resumir el espíritu del vino en Castilla y León. Sin desdeñar los datos técnicos, esta primera cata ofrece la visión de una enóloga, un sumiller, un cocinero, un gastrónomo, un periodista y un consumidor.
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Pita 2011
El Pita es un varietal verdejo fermentado en barrica de roble francés y criado sobre lías durante ocho meses, un proceso de vinificación que se traduce en la copa en un color intenso, muy cubierto, como apunta la enóloga Silvia García. Con una nariz no demasiado intensa, este verdejo “muy varietal” es complejo y elegante, “en el que la madera está bien integrada”. En boca es un vino untuoso y demuestra “estar muy bien elaborado”.
En opinión del cocinero Jesús Ramiro, el Pita es un vino muy adecuado para ofrecer en un restaurante, ya que “se puede recomendar casi con cualquier alimento”. Incluso añade que se trata de una elaboración “que puede funcionar muy bien en un restaurante gourmet, ya que puede dar satisfacción a dos tipos de cliente: el que va a comer y el que va a beber”. Ramiro destaca en el Pita “un punto graso, con ligera acidez” y subraya: “No le encuentro ningún defecto”.
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Sinfo rosado 2012
Bodegas Sinforiano es tan representativa de la DO Cigales como de la localidad que acoge las instalaciones, Mucientes, y este Sinfo rosado es en sí mismo una reivindicación del carácter de esta histórica comarca vitivinícola. Para el sumiller José Carlos Arroyo, estamos ante “un vino muy popular”, a la que vez que “ante un rosado moderno que ha evolucionado hacia el color fresa, recuperando un terreno que perdió Cigales frente a Navarra”. Para él, Sinfo es un vino de trago largo “que pondrá de nuevo de moda el vino de esta DO”, para lo que se debería tener en cuenta el periodo de vida de estos vinos “y hacer como los franceses respecto al beaujolais: inundar el mercado en los primeros cuatro o cinco meses”. Arroyo también destaca que este vino es ideal para el chateo y para su consumo de forma social.
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Mientras tanto, Ignacio Fernández subraya que se trata de un rosado “goloso, fresco, para consumir tranquilamente”, además de “poco oloroso, como corresponde a este tipo de vino”. Destaca del Sinfo la “reivindicación del rosado, que nos remite a recuerdos de juventud”. Un sólido argumento para advertir “nuestro defecto de pensar que el tinto es el único vino, cuando no es así”.
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Montebaco 2010
Cascada de elogios para este tinto de Valbuena de Duero de color cereza intenso y una nariz marcada por notas de confitura de frutos del bosque, especiados, minerales y maderas finas. En boca es amplio, con buena potencia frutal y con taninos vivos, pero amables y elegantes. Silvia García destaca estas cualidades y subraya que aún le falta tiempo para estar pleno. “Con los años, se equilibrará la nariz y aflorará el cuerpo que ya tiene” apunta.
Julio Valles, por su parte, destaca que se trata de un tinto fresco en boca, glicérico. “Es muy carnoso, con un posgusto muy prolongado, muy apto para la mesa”, apunta. Coincide en que le falta tiempo en botella y señala que un vino equivalente de las añadas de 2003 o 2004 “es ahora maravilloso”. “Es un vino que conozco muy bien y por lo tanto no soy objetivo: me gusta”, advierte. De la misma opinión es el cocinero Jesús Ramiro, que ve este tinto “muy adecuado para restaurante; es un vino que mejora mucho acompañado de comida”. De hecho, “hay que recordar que el bodeguero hace el vino pensando en una comida”.
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Arzuaga reserva 2009
Un gran tinto que condensa las virtudes de la Ribera del Duero al mismo tiempo que los valores de la bodega donde ha sido elaborado. De color rojo cereza oscuro, intenso y brillante, a Silvia García le llama la atención la frescura de su nariz, “con recuerdos a fruta fresca” y aromas característicos de los vinos de la comarca. Pese a ser de 2009, “todavía tendrá una buena evolución” y hasta el momento “no ha evolucionado a goloso, a uvas pasas”. Esto lleva a la enóloga a subrayar: “Ojalá fueran así todos los vinos de su gama”. Un vino que mejorará con los años.
Los mismos puntos remacha Julio Valles, quien reconoce “un buen vino” en este Arzuaga-Navarro, que garantiza “sentarse a la mesa sin llevarse sorpresas” y que “tendrá vida durante muchos años, y aún no está en su mejor momento”. De la misma opinión es Ignacio Fernández, para quien el “sabor espectacular” de este tinto hace que sea pecado “tomarlo con prisa, de pie en un bar”. “Hay que degustarlo de forma reposada”, apunta.
Desde el punto de vista del responsable de un restaurante, este vino es una apuesta segura en la carta, ya que estamos “ante un gran vino que se puede vender”. Carnoso, de escasa acidez y con virtudes de los vinos jóvenes, “en una cata a ciegas ganaría”, subraya el cocinero.
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Bagús 2010
Apenas 3.000 botellas se han elaborado de este vino de pago, procedente de viñedos de 85 años y que este año ha sido reconocido con un Gran Zarcillo de Oro. Silvia García destaca que se trata de un vino estructurado en boca, pero que necesita un tiempo en botella para alcanzar su máxima expresión. En su opinión, se trata de un vino “marcado por la finura y la elegancia”, con un color muy atractivo “y una nariz muy compleja”.
Julio Valles también apunta que este vino de Bodegas López Cristóbal “alcanzará su mejor momento, quizá, dentro de cinco años”. Para las comidas, “estamos ante un vino que limpia bien la boca, que arrastra bien los sabores”. Sorprende que, pese a ser de 2010, “aún tiene fruta” y “a día de hoy todavía es ligeramente astringente”. Para Ignacio Fernández, se trata de “un tinto espectacular, sobre todo en nariz”, y con una excelente relación calidad-precio.
En opinión de Jesús Ramiro, “nos encontramos ante un gran vino, con un ligero amargor final”, que nos depara “uno de los vinos ‘top’ para ofrecer en un restaurante”.
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