Hay muchas formas de pasar la tarde de domingo, y una de las más entretenidas es la de buscar en google si la miel engorda. Encontraremos en nuestra pantalla una completa panoplia de argumentos, perfecta colección de lo que da de sí la imaginación humana cuando se mezclan los tópicos, la información interesada, la pseudociencia y el pensamiento mágico. Hoy hablaríamos de bulos y ‘fake news’.
Uno de los elementos de confusión reside en el carácter saludable de la miel, que sí se puede considerar científicamente demostrado. Incluye entre sus ingredientes vitaminas, enzimas y minerales, que otorgan a este alimento propiedades antimicrobianas y antisépticas.
Sin embargo, hay que deslindar dos conceptos que hoy se mezclan por culpa de la publicidad y de una natural tendencia a la simplificación: saludable no es sinónimo de que un alimento posea pocas calorías.
Asentado esto, hay que destacar que la miel tiene un poder calórico inferior al del azúcar: 100 gramos de azúcar aportan 387 calorías, mientras que 100 gramos de miel suponen 304 calorías. Pero, como señalan tantos expertos, de forma paralela la miel tiene un menor poder edulcorante, de modo que si deseamos endulzar un café o una infusión deberemos añadir más miel que azúcar para obtener un dulzor equivalente.
Disfrutemos de la miel de nuestros pueblos por su contenido antioxidante y su efecto antimicrobiano, y sobre todo por su sabor. Pero no adoptemos decisiones de consumo basadas en la ingenuidad (quizá extendida por algún cuñado) de que un alimento formado en un 80% por glucosa y fructosa ‘no engorda’.
Texto: Ricardo Ortega
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