Las instalaciones de Mercaolid sirven para suministrar alimentos perecederos a buena parte de Castilla y León. Las compañías que operan desde este gigante alimentario se benefician de su ubicación, de sus servicios y de la sinergia que genera la vecindad con otras empresas
Algunas de las grandes empresas de la alimentación escogen las instalaciones de Mercaolid para pelear por la clientela que forman los 2,5 millones de habitantes de Castilla y León. Contar con este polígono alimentario como base de operaciones aporta una buena cantidad de ventajas, como su capacidad para convocar a potenciales compradores, beneficiarse de la sinergia que genera la vecindad con otras compañías o contar con unas instalaciones funcionales. También permite beneficiarse de una amplia dotación de servicios y de unas adecuadas medidas de seguridad y control.
De forma global, estos aspectos son los que sustentan el papel de Mercaolid como servicio público que garantiza el abastecimiento de productos perecederos a la ciudad de Valladolid y a buena parte de la comunidad autónoma. También la tarea de mejorar y modernizar los procesos de comercialización. Para el gerente de la unidad alimentaria, Javier Pastor, esta relevante concentración de empresas especializadas en la distribución (especialmente frutas y verduras, productos pesqueros y cárnicos) “permite una gran transparencia y competitividad comercial”.
La estructura y funcionamiento de Mercaolid es fiel reflejo de la evolución del mercado de la alimentación, marcada por los hábitos y necesidades del consumidor. De este modo, se reduce la superficie destinada a los pequeños productores agrarios y se consolida la llamada Zona de Actividades Complementarias, en la que las compañías presentes manipulan el alimento y le dotan de un mayor valor añadido. Es mucho el trabajo que le queda por delante a Mercaolid, puesto que supuesta recuperación del consumo no se ha visto en los productos perecederos, como apunta Pastor.
PESCADO
La crisis ha modificado los hábitos de consumo y se ha llevado por delante a muchas pescaderías en España. Las que se mantienen en el campo de juego se apoyan en ofrecer un buen producto y en diferenciarse respecto a las grandes superficies: acudir a Mercaolid les permite acceder a un pescado capturado el día anterior, mucho más fresco
Si hay algo de lo que puede presumir el consumidor español es de incluir el pescado fresco en la cesta de la compra, un hábito que se ve muy poco por el resto de Europa, donde “cuesta encontrar una pescadería”. Así lo destaca Juan López, responsable de la pescadería Perlamar, en el barrio vallisoletano de Santa Clara y presidente de la Asociación de Minoristas y Detallistas de Pescado de Valladolid, Copemar. Es pescado es una seña de identidad del consumidor español, sí, pero con unas cifras muy preocupantes en los últimos años. Solo el colectivo que él preside ha pasado de 120 a 80 socios. “Los que quedamos aguantamos como podemos”, apunta, si bien es cierto que estos profesionales cuentan con aliados como Mercaolid, donde se puede aprovisionar de pescado y marisco dentro de una amplia gama de variedad y precios. “De hecho, los que hemos aguantado es porque damos servicio y calidad, lo que conseguimos gracias a Mercaolid”, recalca.
Para Juan, “quienes visitan nuestras tiendas son más amigos que clientes; les aconsejamos, les decimos cómo cocinar… mejor trato imposible”, subraya. “Es lo que tiene el mercado de proximidad frente a las grandes superficies y, por cierto, nuestro producto también es mejor gracias, entre otras cosas, a lo que compramos en Mercaolid”. Y rompe una última lanza a favor del pescado: “El precio no es una barrera para consumir porque hay pescados para todos los gustos y precios; eso de que es un producto caro es un mito”. Como profesional y como presidente de Copemar, reclama jugar en un campo algo más favorable, para lo que sería necesario reducir el IVA del pescado (en estos años ha pasado del 7,80 al 11,40%) y que las administraciones “contribuyeran a divulgar las ventajas de consumir pescado como fuente de proteínas”.
El principal proveedor de Juan en Mercaolid es Jorge Rodríguez, de la compañía Cardiofish, que ofrece “productos frescos de muy buena calidad y buen precio”, unas condiciones que las grandes superficies “no pueden igualar ya que compran a través de grandes plataformas; en su mayoría pierden de uno a tres días porque deben pasar por sus instalaciones centralizas y despachar de nuevo, de modo que llega menos fresco y muchas veces desfasado en precio”.
La compañía se llama Cardiofish por lo saludable del pescado “y porque lo hacemos de corazón, como dice nuestro eslogan”. Y ello a pesar de trabajar en un sector “que a veces es ingrato si ves los márgenes que nos quedan a los mayoristas”. Sus clientes son pescaderías y distribuidores que atienden a los restaurantes.
Llegan de provincias como Segovia, Palencia, Ávila, Zamora o Salamanca. Adquieren el producto fresco, pero también productos congelados y elaborados, como los de Aguinaga, Barlovento, Castellá, Cabo Vírgenes… “Son productos asequibles, con precio atractivo, que se destinan a familias y restauradores”, subraya Jorge. Para él, “todos estos productos se pueden tomar a lo largo del año, cuando apetece; no es necesario masificar su consumo en Navidad”. Además, “son productos fáciles de preparar, que simplifican la vida”.
Menor consumo de pescado
El gerente de Mercaolid, Javier Pastor, apunta que la familia de productos pesqueros ha sido la más castigada por los consumidores en estos años de crisis, con un descenso en el consumo per cápita del 12,29% (de 30,1 a 26,4 kilos por persona y año). “El consumidor ha penalizado claramente a esta familia de productos por la pérdida de disponibilidad de renta en favor de productos alternativos o sustitutivos”, subraya.
A este fenómeno cabe añadir que “se trata de la familia de productos frescos en la que más cuota de mercado ha perdido el comercio especializado (8 puntos porcentuales) en favor de las nuevas formas de distribución, especialmente las cadenas de supermercados. Por lo visto en Mercaolid, las pescaderías tradicionales tienen argumentos y ganas para dar la vuelta a esa tendencia.
FRUTA
El responsable de Frutas Manuela, de Cantalejo (Segovia), adquiere en el polígono alimentario un producto fresco que distribuye de forma ambulante por la comarca del Duratón. Considera que con su labor comercial ofrece “un servicio público” a las pequeñas localidades, puesto que sus clientes “adquieren un producto fresco de calidad al que no podrían acceder de otro modo”
Aún de madrugada, Manuel llega con su camión a Mercaolid para abastecerse de las frutas y hortalizas que venderá en su tienda de Cantalejo, Frutas Manuela, y de forma ambulante por la comarca del Duratón. Acude a las instalaciones situadas en el entorno de Valladolid por proximidad y porque ya lo hacían sus padres antes que él. Además, “en Mercaolid encuentro variedad y buen precio”, lo que le permite ofrecer a sus clientes un producto adecuado a sus necesidades. El suyo es casi “un servicio público”, ya que gracias a él los habitantes de las pequeñas localidades “adquieren un producto fresco de calidad al que no podrían acceder de otro modo”.
Carga en su camión 9.000 kilos de producto después de visitar los diferentes puestos del espacio dedicado a frutas y hortalizas, “donde se respira un ambiente cordial, de trato entre profesionales”. Primero echa un vistazo general para comprobar qué oferta hay en el día. Después toca hablar de precios y, si llega el caso, cerrar la compra. Manuel adquiere productos de alta calidad, “que es lo que demanda una clientela que sabe lo que compra, y que está dispuesta a pagar un poco más”.
El hortofrutícola es precisamente uno de los subsectores claves dentro del sector agroalimentario español. Para el gerente de Mercaolid, Javier Pastor, “nadie puede dudar de su carácter estratégico en la economía española, tanto en términos de empleo como de valor, ya que la producción de frutas y hortalizas representa el 40% del valor de la producción total agraria y más del 50% de la producción vegetal final”. Ello significa que “por sí sola supone más que la suma de todos los grandes cultivos como el olivar, el viñedo y los cereales”.
En Castilla y León el sector agroalimentario “tiene un indudable papel estratégico dentro de la economía”, según Pastor, “máxime si tenemos en cuenta que al PIB regional el sector primario le aporta el 6,5% y el de la industria de alimentos y bebidas el 4,4%”. “A diferencia de otras regiones de España que se benefician del ‘factor de contratemporada’ (Levante, Sur, Sudeste), nuestras producciones hortofrutícolas coinciden en tiempo con las de otros países europeos, como Francia, Bélgica, Holanda o Italia”, recalca.
Teniendo en cuenta la fuerte concentración empresarial en la distribución y la atomización de los productores, el responsable de Mercaolid apunta que el sector debería caminar hacia la concentración “para la creación de fuertes grupos comercializadores de base cooperativa” y, de forma paralela, hacia la especialización, “incorporando el valor añadido de la transformación al precio del producto”. En este sentido “es imprescindible fomentar el desarrollo de una industria alimentaria cercana al punto de producción”, que en el caso de Castilla y León “ayudaría al problema de la despoblación rural”.
Los productores locales
La cuota comercial de los productores agrarios se ha reducido a la mitad dentro de Mercaolid, dentro de un proceso que afecta a la mayoría de los ‘mercas’ de España. Para Javier Pastor, influyen en este fenómeno factores como la desaparición de huertas próximas a las ciudades por la especulación urbanística de los terrenos, la no renovación generacional, la creciente competencia de producciones de otras zonas españolas o la llegada de producto de importación. “También la pérdida de competitividad frente a sistemas de producción más intensivos y evolucionados tecnológicamente”, señala.
No obstante, “habrá que estar atentos a la evolución de un fenómeno que se está dando en sociedades muy evolucionadas, donde se empieza a valorar un producto más natural, ecológico y artesanal; sociedades que están dispuestas a pagar por ese producto”, subraya. “Esto está empezando a pasar en muchos países europeos con consumidores más exigentes, un fenómeno podría permitir la recuperación de esa figura del pequeño productor local”, destaca.
CARNE
Las empresas tienen un espacio para transformar el producto en la Zona de Actividades Complementarias (ZAC), que gana importancia frente a los Mercados Centrales Mayoristas con los que convive. Pablo Antonio Martín, de Cárnicas Martín y Geijo, defiende las ventajas que supone trabajar en Mercaolid, como sus exigencias higiénicas y sanitarias
La Zona de Actividades Complementarias de Mercaolid acoge a numerosas empresas que manipulan el producto para darle un mayor valor. Es el caso de Cárnicas Martín y Geijo, dedicada al despiece y la distribución de producto. “Trabajamos en Mercaolid por los servicios que nos ofrece, por estar muy bien comunicado y por ser un punto de encuentro de profesionales, que permite estar en contacto con clientes y con gente del sector agroalimentario”, apunta Pablo Antonio Martín. Además, “las condiciones higiénicas y sanitarias dan más confianza a los clientes, e incluso las revisiones periódicas nos ayudan a a ser más cuidadosos”, añade este empresario que vende su producción a clientes de Castilla y León, Asturias, Cantabria, el País Vasco y Madrid.
Uno de sus clientes es César, del restaurante Las Cortes, de Fuensaldaña. Su producto estrella es el lechazo, y no se la puede jugar: “Hay que trabajar con proveedores fiables, que te den garantía y que ofrezcan el mismo lechazo hoy y dentro de seis meses”, apunta. Esa es la razón por la que hace sus pedidos en las instalaciones de Martín y Geijo en Mercaolid. “El lechazo se puede asar al estilo tradicional, pero también ofrecemos chuletillas, pinchos, riñones a la brasa… De hecho, es un producto tan versátil que permite hacerlo con arroz, con alcachofas, con setas… y este proveedor nos da el producto exactamente como lo necesitamos para elaborar estos platos”, señala.
