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El mago de Sardón

  • Muy pocos enólogos pueden presumir de realizar una viticultura de mínimas producciones o de eliminar las marcas inferiores de su portafolio a medida que su uva gana en calidad. Así es el trabajo de Ángel Anocíbar, un navarro afrancesado en lo enológico que experimenta para afrontar el cambio climático y que todos los años deja fermentar sin ayuda el primer mosto de la vendimia, para conocer lo que llega del campo. Así son sus “experiencias salvajes”

La previsión y la experimentación son las señas de identidad de Ángel Anocíbar, enólogo de la bodega Abadía Retuerta desde su fundación, en 1996, y responsable de unas elaboraciones de fuerte personalidad, concebidas al margen de las modas y diseñadas sin el corsé de un consejo regulador. A su cargo posee una explotación agraria de 750 hectáreas, de las que 204 se destinan a viña; cada una de las 55 parcelas cuenta con una única variedad y se vinificará por separado. Domina la tempranillo, con el 70% del viñedo, pero no cabe desdeñar la presencia de la cabernet sauvignon (10%), syrah (10%), la singular petit verdot, la sauvignon blanc o una decreciente merlot. También cuenta con verdejo y experimenta con castas como godello, riesling o gewurztraminer. La diversificación varietal responde menos al capricho del enólogo que al empeño por preparar el terreno ante un futuro inescrutable, pero que ya se anuncia en forma de cambio climático. “Si ese calentamiento se produce finalmente no podremos hacer vinos de 15 grados toda la vida; hay que evolucionar y realizar estudios para mantener la tipicidad de tu vino a partir de variedades que ya están adaptadas”, apunta. Por eso elabora también a partir de la variedad touriga nacional, “de ciclo tardío en cuanto a grado alcohólico, pero que se comporta bien en madurez fenólica”. Y el resultado es excepcional. En el caso de la añada del 95, cálida y que maduró bien, ha obtenido un vino de 13 grados que ha mejorado con los años y que se muestra con todo su cuerpo, persistente y con mucha fruta. También parece haber dado en la diana con su vino blanco, un sauvignon que salió al mercado en 2011 y que ha sido elegido mejor blanco de España en los Premios Verema 2013. La experimentación también abarca variedades italianas (sangiovese y nebiolo), cuyos vinos poseen menos estructura y color, pero en boca resultan magníficamente afrutados.

El éxito de Abadía Retuerta ha sido el de englobar en la misma visión viñedo y bodega

Uno de los proyectos más interesantes en los que se ha embarcado el navarro es el de recuperar el viñedo prefiloxérico encontrado por azar durante las labores de limpieza del monte. “Podemos decir que es una tempranillo genuina, autóctona, que ha resultado ser muy similar a la tinta de Toro”, apunta. Una verdadera lección dada por la madre naturaleza sobre “la gran capacidad de adaptación que tienen las variedades”. “Cualquier tinto de la zona, aunque sea joven, tiene más estructura que los de hace unos años; dicen que la culpa es del cambio climático, pero para mí es fruto de la viticultura que se hace hoy en día, con menores producciones”. La viticultura de mínimos que practica Anocíbar se traduce en la elaboración de 450.000 botellas al año, una producción que puede parecer escasa para una bodega que durante años superó el millón. La evolución de sus vinos ha permitido no ir produciendo más, sino ir paulatinamente eliminando las gamas más bajas de su familia de vinos….

Puedes leer la entrevista entera y descubrir los pagos más el Gran Selección de Abadía Retuerta en nuestra edición impresa. Suscríbete

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