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El vino, elixir de nuestra esencia

Esmeralda García; enóloga

Decir que la tierra de Castilla y León es única, no es exagerar. La singularidad de varietales, climas, suelos, bodegas…. Es lo que nos convierte en una de las regiones de vinos de calidad más destacadas a nivel mundial. Ahora bien, no está todo hecho, y el peligro de perder esta mención siempre acecha.

Castilla y León nos ofrece diferente orografía, pasando desde macizos montañosos a mesetas, de pluviometrías escasas a otras que se asemejan a regiones vecinas como la gallega, oscilaciones de temperaturas inverosímiles en otras regiones. Y todo ello unido a la diversidad de varietales: la verdejo, la tinta del país, tinta de Toro, mencía, Juan García, rufete, prieto picudo, albarín blanco, brunial, doña Blanca, albillo, garnacha… Pero quizás lo más importante es que todos esos vectores, a lo largo de la historia castellanoleonesa, nosotros y nuestras gentes hemos sabido recoger y guardar en botellas el elixir de nuestra esencia: el vino.Esmeralda García

El año 2012 finalizó con doce entes de vinos de calidad amparados. En dicho año se cultivaron 48.521 hectáreas de viñedo protegido: Arlanza, Arribes, Bierzo, Cigales, Ribera del Duero, Rueda, Sierra de Salamanca, Tierra de León, Tierra del Vino de Zamora, Toro, Valles de Benavente y Valtiendas, además de los vinos amparados en la indicación de Vinos de La Tierra de Castilla y León. Dentro de las zonas de viñedo protegido se contaron 15.683 viticultores y 588 bodegas, de las cuales, las bodegas pequeñas (con producción de menos de 25.000 litros) ocupan un 30%; bodegas de entre 25.000 y100.000 litros ocupan un 14%; seguidas por el 25% de bodegas entre 100.000 y 300.000 litros. Las bodegas de entre 300.000 y 1.000.000 litros son un 20% y, finalmente, bodegas de más de 1.000.000 litros suponen solamente un 11% del tejido bodeguero castellano y leonés. De estos datos deduzco que hay pocas bodegas grandes, pero lo suficientemente poderosas para marcar las tendencias.

Por otro lado, en 2012, se cultivaron en nuestra región 48.521 hectáreas de viñedo protegido. La superficie de viñas disminuyó, con respecto al año anterior en algunas regiones y en otras creció de manera más pausada que en años anteriores, pero continuó el ascenso de superficie. He aquí donde yo veo uno de los peligros inminentes que nos acechan, dando mucha notoriedad a las bodegas (que no digo que no la merezcan y es imprescindible) y quizás descuidando demasiado el campo.

Las dificultades del terreno, la dudosa rentabilidad de viñedos viejos por su bajo rendimiento y precios de compra de uva escasos hacen inexistente el relevo generacional en denominaciones como Bierzo, Arribes o Tierra de Zamora, perdiéndose no solo el terruño, sino también parte de nuestro patrimonio cultural y medioambiental.

El patrimonio cultural, medioambiental, y por ello gastronómico, de esta comunidad es único, razones por las cuales etiquetar la región de Castilla y León como ‘Calidad y competitividad’ es fácil. El desarrollo e innovación son imprescindibles en el mundo de hoy, sin olvidarnos de nuestras raíces, de nuestra tierra, de nuestro patrimonio. Es ahí donde veo el futuro de Castilla y León; en la fusión de la tradición e innovación, ofreciendo productos actuales con el sabor, el olor, la nobleza y la autenticidad de nuestra fabulosa tierra. Como citó Jorge Luis Borges: “Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia, como si esta ya fuera ceniza en la memoria”.

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