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El Magosto: la fiesta de la castaña y el fuego


Si eres de los que afirman que no hay otoño sin castaña asada, debes saber de la fiesta conocida como el Magosto

Otoño es sinónimo de castaña asada, y castaña asada en muchos pueblos de España es sinónimo de magosto, una tradición centenaria de raíces celtas. Esta fiesta se celebra entre el 1 de noviembre, día de Todos los Santos, y el 11 de noviembre, día de San Martín, y tiene como elementos comunes la castaña y el fuego.

Su celebración gira en torno a la recolección de este fruto, similar a las fiestas de la vendimia relacionadas con la cosecha de la uva. Es por eso que la fiesta tenga gran arraigo en regiones donde abundan los castaños como son Galicia, Asturias, Cantabria, Extremadura y toda la franja noroccidental de Castilla y León. El Bierzo, La Maragatería, norte de Palencia, Sanabria o la comarca de Las Batuecas en Salamanca son las zonas donde más se celebra el magosto en nuestra región.

De ritual celta a tradición cristiana

El origen del nombre de esta tradición no se conoce con exactitud. Se cree que etimológicamente puede tener dos acepciones: “Magnus Ustus”, gran fuego, o “Magum Ustum”, mágico fuego. Ambas ensalzan el fuego como algo poderoso y mágico, elevándolo a una dimensión espiritual. Y es que, aunque el magosto es una tradición medieval cristiana, hunde sus profundas raíces en la cultura celta, y esta a su vez en la prehistoria, como rito de oferta compensatoria y acción de gracias a la divinidad de los bosques y de las primeras castañas de la cosecha.

De hecho, se cree procede del “Samhain” (en gaélico el final del verano) que celebraran los pueblos celtas en memoria de sus antepasados, ante el dogma de que, en la transición del verano al invierno la noche, del 31 de octubre al 1 de noviembre, era más fácil transitar entre los dos mundos, el de los vivos y el de los muertos. El catolicismo terminó transformando esa celebración pagana en algo propio y se determinó en el siglo X que el 1 de noviembre, fuera la celebración del Dia de Todos los Santos en la que se recordara a las personas fallecidas que están en el Paraíso.

Castaña asadas

El hecho de que la cosecha de castañas se de en fechas alrededor del día de Todos los Santos, favoreció que surgiera la tradición del magosto en muchos pueblos. En ellos, eran los campaneros los que se encargaban de tocar “a muerto” cada hora para hacer oración, pero existía el riesgo de que tanto los campaneros como la gente del pueblo se quedaran dormidos. Por eso no se les ocurrió mejor modo de mantenerse en vilo, que bajo el abrigo de una hoguera y asando en ella lo que tenían a su alcance para dar viandas al estómago.

Ahora se llama magosto a la hoguera preparada para asar las castañas en torno a la cual se reúnen los vecinos para compartirlas y beber vino nuevo, sidra y orujo recién destilado después de la vendimia. Mientras el fuego va llameando, se van preparando las castañas que van a ser asadas dentro de un cilindro metálico con agujeros en su base llamado tambor. Mientras el Magosto se va fraguando, las gentes contemplan el fuego, cantan canciones populares, bailan jotas y corridos, suenan dulzainas, gaitas, se cuentan historias…

Una fiesta con muchas variantes

Esta tradición se ha ido recuperando en muchos pueblos de la región, pero su celebración no se hace en las mismas fechas y tiene variantes propias según cada lugar. Tanto es así, que dependiendo de la zona de España en la que te encuentres, se le llama de maneras diferentes: Magosto, magosta, amagüestu, gaztainerre, castañada, castanhada…

En Sanabria, tras la recogida del fruto otoñal, las gentes se reúnen en un rincón del pueblo alrededor de una hoguera y asan carne de cerdo y castañas, acompañado de vino y amenizado por el sonido de la gaita sanabresa, el tambor y el pandero. Los vecinos, mientras, se tiznan la cara y saltan la hoguera, símbolo de buena suerte.

En El Bierzo, donde los castaños abundan, el magosto también tiene gran tradición. Aquí, al asado de la castaña, se le acompaña de vino, también de chorizos y/o patatas que se asan en las brasas de la hoguera. Dependiendo de cuando llegue la cosecha, los magostos se pueden disfrutar las últimas semanas de octubre.

En la provincia de Salamanca es una fiesta muy popular en muchos pueblos, sobre todo en la Sierra de Francia, lugar poblado de castaños. Uno de los lugares donde más se ha conservado es La Alberca, donde llaman calvoches a las castañas cuya recolección es aprovechada para degustarla al calor de la lumbre en la emblemática Plaza Mayor y al compás de la flauta y el tamboril

Cada lugar una costumbre y sentido propio, pero todos conjugado bajo los dos mismos elementos: el fuego y la castaña. Eso en esencia el Magosto.

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