2016 ha sido un año de celebraciones por el XXV aniversario de la DO Cigales. También un periodo para detenerse, hacer balance y diseñar una estrategia para introducir esta histórica comarca de vinos en la modernidad. La maquinaria está engrasada, pero el reto es tan grande como dar la vuelta a la tendencia actual e incrementar el consumo de vino

Ricardo Ortega

La DO Cigales afronta el futuro con ilusión por enfrentarse a los diferentes retos que tiene planteados. La situación es compleja, tanto para el sector en su conjunto como para esta comarca definida por un viñedo que ha conocido ya muchas vendimias, pero se le puede dar la vuelta a base de esfuerzo y planificación.

Precisamente a poner en orden las ideas han dedicado los últimos meses los integrantes del consejo regulador, que han aprovechado el programa desarrollado con motivo del 25 aniversario de la denominación “para hacer un alto, ver dónde estamos y escudriñar el futuro. Hasta ahora nos ha llevado la inercia del día a día pero vamos a cambiar la comarca; la vamos a adaptar al estilo de vida actual”, señala el presidente del consejo, Pascual Herrera.

Una de las acciones planificadas para el corto plazo es organizar clases magistrales, ofrecidas por periodistas de prestigio, para formar a los bodegueros sobre las nuevas tendencias del mercado y sobre cómo llegar hasta él.

También se va a incidir en la formación de las nuevas generaciones de consumidores, “puesto que el cliente final es el que justifica la existencia de una cadena y el que hace que todos los eslabones sean recompensados por su esfuerzo”. “Vamos a incidir en los jóvenes; vamos a establecer un diálogo con ellos para tratar de atraerlos, y también para aprender de ellos, de modo que los podamos conocer y diseñar las herramientas para conquistarlos”, apunta por su parte Raúl Escudero, gerente del consejo.

Dentro de esa labor divulgativa se va a vincular el consumo moderado de vino y el deporte. “Porque el consumo de vino es saludable, nos digan lo que nos digan y nos pongan las trabas que nos pongan”, señala el presidente, y por esa razón “vamos a tratar de que la imagen de un deportista con una copa de vino sea actual”. “También vamos a tratar de cambiar el lenguaje, de expresarnos de otra manera, para emplear un vocabulario más cercano, más accesible, porque a veces parece que hay que ser ingeniero para disfrutar de un vino”, dice Escudero, mientras Pascual Herrera dobla la apuesta: “Vamos a borrar tópicos, porque si en verano te apetece tomar un vino frío, lo tomas frío. Y si le quieres poner un hielo, se lo echas porque no pasa nada”, recalca.

Y es que la DO tiene sus circunstancias específicas, pero hay un problema común a todo el sector: España se sitúa en un consumo de 14 litros por persona y año, menos de la mitad que Francia, mientras Suiza es la envidia del sector, pues sus ciudadanos consumen casi 60 litros de vino por persona y año.

Dentro de esa labor divulgativa y de promoción se va a incidir en la moda del ‘afterwork’, esa copa que los compañeros de trabajo comparten al final de la jornada laboral: que los jóvenes profesionales salgan del centro de trabajo y degusten un vino a una temperatura y con una actitud refrescante. Para esta iniciativa, que ya se ha realizado con éxito en Madrid y Valladolid, se buscan locales en los que instalar una barra iluminada, atractiva, con música. “El objetivo no es celebrar una cata dirigida ni una charla magistral: la intención es solo disfrutar del vino”.

Expansión comercial
El futuro de la comarca también pasa por consolidar aquellos mercados que tradicionalmente han apostado por el vino de Cigales. Uno de ellos es el de la Cornisa Cantábrica, donde se incidirá con acciones como las ya realizadas a lo largo de 2016, que se dirigieron tanto a hosteleros como a público. “La zona norte es la salida natural de nuestros vinos”, apunta el gerente.

También se insistirá en las exportaciones, de forma singular a México. Del país azteca son especialmente interesantes para la denominación de origen la capital, Ciudad de México, y Guadalajara, ciudad hermanada con la localidad de Cigales. Ambas ciudades, junto a sus áreas metropolitanas, suman muchos millones de consumidores, habituales demandantes de tinto.

Con todo, desde el consejo regulador se recuerda que son muchas las acciones internacionales que se pueden realizar, pero que las visitas comerciales las debe realizar la propia bodega. “Queremos que las bodegas salgan más. Hoy las operaciones internacionales están garantizadas; hay más seguridad en el cobro que antes”, recalca Pascual Herrera.

Una de las cuestiones que están abiertas a debate es hasta qué punto cabe adecuar la producción a las demandas de esos mercados. Porque en el exterior el color del rosado de Cigales se puede ver como un problema, sobre todo esos colores conocidos como piel de cebolla u ojo de gallo; de ahí la evolución de tantas bodegas hacia rosados sin apenas color.

“La cuestión es que para nosotros el color es un atributo, que revela la personalidad del vino y de la comarca, y también que anticipa muchas de las características del vino en cuanto a aroma, capacidad para aguantar el paso del tiempo…”, advierte Pascual Herrera. Por eso, “no renunciamos a nuestra esencia, aunque debamos adaptarnos a los tiempos”.

El repaso de las actividades realizadas con motivo de este 25 aniversario y de las que están por venir es interminable, aunque para el gerente de la DO hay una cuestión pendiente que es absolutamente esencial: “Que las bodegas se crean el potencial que tienen. Deben ser conscientes de que hacen un buen producto y de que son capaces de venderlo. Cuando lleguen a ese punto será positivo para todos porque habrá rentabilidad de abajo arriba”, subraya. Una nota para ser optimistas: las diez medallas cosechadas por bodegas de la DO en en el Mundial del Rosado celebrado en Cannes.

Un espejo en el que mirarse
Señalan los responsables del consejo que el rosado “es el tipo de vino más difícil de elaborar y el que cuenta con menos favor del público”. Además, “es un tipo de vino que varía mucho de un año a otro, que refleja más que otros el comportamiento de la meteorología y el trabajo realizado en el viñedo; es más descubierto que el tinto y te enseña más cosas”, apunta Herrera.

Con todo, hay razones para el optimismo. Incluso confiesan que les gusta mirarse en el espejo de otras DO, como la del Priorato, “una comarca con una tierra difícil, con dos variedades denostadas, y hoy es una de las dos DOCa de España”. “Pensamos que tenemos mucho parecido con ellos”, apunta Pascual Herrera.

“Valladolid debe abrirse a nuestro tinto”

La ciudad de Valladolid tiene una fidelidad al rosado de Cigales a prueba de bombas, pero incomprensiblemente no tiene entre sus hábitos de consumo el tinto de la DO. Se trata de una de las grandes asignaturas pendientes del consejo regulador, cuyos responsables destacan su elevada calidad y de ser un producto competitivo en precio.

“Animamos a la ciudad a que pruebe los tintos de la DO, la única que ampara fincas del propio término municipal de Valladolid: doce hectáreas en el Berrocal”, apuntan. Por eso en los próximos tiempos se insistirá en la ciudad, pero también se buscará el favor del consumidor madrileño, “con menos complejos ante los vinos diferentes”, subrayan.